lunes, 21 de diciembre de 2009

Juan Liscano / Mundo de arena


Juan Liscano
MUNDO DE ARENA

No hay casa que cobije la vida que nos une
ni lecho donde puedan juntarse nuestras sangres
ni huerta en que discurran, de manos, nuestros sueños
ni luz a cuya sombra se besen nuestras almas.

No hay mesa para el hambre que solos compartimos
ni agua para la sed en que nos abrasamos
ni noche que dormir hacia una misma aurora
ni día que vivir hacia una misma sombra.

No hay sitio en que podamos fundar algún abrazo
ni edificar las obras fugaces de la carne
ni hay tiempo en que se cumplan los tiempos de este amor
para la vida breve, para la muerte larga.

No hay nada en que apoyar la desvelada frente
hacia la cual tender las confundidas manos,
no hay eco que nos traiga la dulce resonancia
de nuestros nombres dichos al viento tantas veces.

No hay nada en torno nuestro que no sea de arena,
arena y arenales de encegueciente lumbre;
formas desmoronadas, huellas que el viento esfuma
y desérticas playas de la memoria ardida.

Arena, arenas siempre, desierto en que me pierdo.
Mi voz, tu voz, tan sólo son voces de la arena;
mi sangre: un arenal hollado por tus pasos
que borra la ventisca mezclando sangre y huellas.

Estamos rodeados de arena sin salida.
Todo lo que alcanzamos a tocar se nos hunde.
Seremos algún día de arena solamente.
¡Que pueda confundirse tu arena con la mía!




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