miércoles, 27 de marzo de 2024

La estética del aburrimiento / ¿Por qué algunos de los libros esenciales de la historia de la literatura son tan tediosos?

 


De izquierda a derecha, los escritores James Joyce, Marcel Proust, Thomas Bernhard y Virginia Woolf.

De izquierda a derecha, los escritores James Joyce, Marcel Proust, Thomas Bernhard y Virginia Woolf.


La estética del aburrimiento: ¿por qué algunos de los libros esenciales de la historia de la literatura son tan tediosos?

Joyce, Proust, Woolf, Bolaño, Bernhard, Foster Wallace... Un ensayo de Inma Aljaro estudia el tedio deliberado en la novela, que lleva a inopinadas experiencias estéticas



Sergio C. Fanjul
5 de marzo de 2024

Hay libros que son hitos indelebles en la historia de la literatura y que, sin embargo, son aburridísimos (al menos para un sector mayoritario de los lectores). Qué paradoja. James Joyce, Marcel Proust, Samuel Beckett, Alain Robbe-Grillet, David Foster Wallace, Gertrude Stein, Roberto Bolaño, Thomas Pynchon, Juan José Saer, Virginia Woolf, Thomas Bernhard. Autores difíciles, con obras que suponen un esfuerzo similar a la subida a un ochomil y cuya lectura otorga un signo de distinción: solo son aptos para los más gafapastas.

Cristina Rodríguez: "Mi marido y yo nos llevamos bien y nuestra vida sexual no decae porque vivimos separados"

 

Cristina Rodríguez, de Ágatha Ruiz de la Prada.

Cristina Rodríguez, de Ágatha Ruiz de la Prada.Lorena Riga - DondyKRiga

Cristina Rodríguez: "Mi marido y yo nos llevamos bien y nuestra vida sexual no decae porque vivimos separados"

EL ESPAÑOL se reúne con la reconocida figurinista y estilista de cine y con ella habla de amor, realeza, feminismo, sexo y lujo. 


Raúl Rodríguez

24 de marzo de 2024

Cristina Rodríguez (54 años) es una fuerza de la naturaleza. Es para frotarse los ojos. Sencillamente, no te lo puedes creer. Camina por la vida como si fuera flotando, llama la atención de todos los que comparten sala con ella. Pelazo rizado, traje de dos piezas estampado y unas deportivas con las que pisa fuerte. Muy fuerte. Cristina es brillo, expasión, efervescencia. Habla bajito en los momentos previos a la entrevista, pero proyecta su voz perfecta en cuanto la grabadora se pone roja, como sus labios.

martes, 26 de marzo de 2024

Seria advertencia a Israel

 



La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, se abstiene en la resolución de alto el fuego, este lunes.

La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, se abstiene en la resolución de alto el fuego, este lunes.ANDREW KELLY (REUTERS)


Seria advertencia a Israel

Estados Unidos cambia de posición y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pide el inmediato alto el fuego en Gaza

EL PAÍS, 26 de marzo de 2024

Medio año ha tardado el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en reaccionar de  la única forma decente a una guerra tan catastrófica como la que ha desencadenado Israel en respuesta a los sanguinarios ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre. La resolución 2728 ayer aprobada exige el alto el fuego inmediato y duradero y lo vincula, aunque no lo condiciona, a la llegada de la ayuda humanitaria y a la liberación sin condiciones de los rehenes todavía en manos de Hamás y de la Yihad Islámica. Estados Unidos ha renunciado en esta ocasión a la utilización del derecho de veto, que ya había utilizado en tres ocasiones anteriores, y ha dado su luz verde a la resolución con su abstención, a pesar de las protestas e incluso amenazas del Gobierno de Benjamín Netanyahu.

La hambruna como arma de guerra

 


Famine in Gaza

Una mujer palestina, con sus hijas gemelas, que sufren desnutrición, el día 12 en un centro de salud en Rafah, en el sur de Gaza.MOHAMMED SALEM (REUTERS)

La hambruna como arma de guerra 

Solo una tregua inmediata y definitiva, que permita la llegada masiva de suministros, podría salvar a los gazatíes de la catástrofe


LLUÍS BASSETS

Gaza se hunde en un pozo de muerte, insalubridad y hambre, que afecta en particular a los más vulnerables. La hambruna ya ha empezado. En el cerco y la invasión se mezclan el horror visible de los asedios medievales con el sigilo de la guerra digital, en la que se calcula con precisión los objetivos de los bombardeos o se gradúan los suministros para incrementar la presión sobre Hamás. Solo una tregua inmediata y definitiva, que permita la llegada masiva de suministros, podría salvar a los gazatíes de la catástrofe.

lunes, 25 de marzo de 2024

Ismaíl Kadaré bajo el régimen de Enver Hoxha: las otras formas de (no) ser disidente


Portada del libro 'Tres minutos. Sobre el misterio de la llamada de Stalin a Pasternak' de Alianza Editorial.
Portada del libro 'Tres minutos. Sobre el misterio de la llamada de Stalin a Pasternak' de Alianza Editorial.

El escritor albanés Ismaíl Kadaré bajo el régimen de Enver Hoxha: las otras formas de (no) ser disidente

La publicación en castellano de la novela basada en hechos reales ‘Tres minutos. Sobre el misterio de la llamada de Stalin a Pasternak’, finalista para el International Booker Prize 2024, invita a reflexionar sobre la relación del escritor con el régimen comunista


Miguel Roán

23 de marzo de 2024


¿Cómo llegó Ismaíl Kadaré a ser publicado en el extranjero durante los tiempos de la dictadura de Enver Hoxha? Fue un poco por azar. Una editorial local se dedicaba a traducir a autores albaneses a las lenguas europeas más importantes, el francés entre ellas. El director de la revista Europe, Pierre Paraf, periodista francés y apasionado de la cultura albanesa desde los tiempos del rey Zog I, pasó por Tirana y se hizo con un ejemplar de El general del ejército muerto. Paraf quedó prendado del texto y preguntó al embajador albanés en París si se podía publicar en Francia. Kadaré (Gjirokastra, 88 años) recuerda: “El embajador albanés no dijo ni sí ni no, porque tenía miedo”. Paraf se tomó la licencia y le entregó la novela a la editorial Albin Michel, sin contrato y sin nada. Era 1970. El libro luego se convertiría en película en 1983, protagonizada por Marcello Mastroianni.

Ismaíl Kadaré / En un café de París

 



Ismaíl Kadaré, en un café de París


Manuel Hidalgo
20 de diciembre dd 2018

El Café de Flore, Les Deux Magots, La Closerie des Lilas, el Café de La Paix, Le Select, La Rotonde…El listado de cafés de París que han alcanzado el rango de míticos es, ya se sabe, interminable. Su celebridad es consecuencia de méritos propios, pero va ligada también a su clientela de artistas, intelectuales y exiliados famosos, que escribieron, debatieron, conspiraron y ligaron en sus mesas. Casi todo lo que hicieron esos personajes en los cafés de París ha quedado etiquetado bajo el etéreo concepto de la “vida bohemia”, aunque rascando –y sin rascar demasiado- también aparece –o puede aparecer- vinculado a la soledad, la miseria, la persecución, el desamparo o el extrañamiento. Se podrían escribir mil libros sobre los cafés de París, pero el caso es que ya se han escrito.



No obstante, el escritor albanés Ismaíl Kadaré (Gjirokastër, 1936), tantas veces candidato al Premio Nobel de Literatura –bromea, hasta cierto punto, sobre ello-, aporta ahora el suyo. Y su aportación se centra en “su” café, el café Rostand, en el que tanto escribió y tantas horas pasó durante sus muchos años de exilio parisino. Le Rostand está situado frente al Jardín de Luxemburgo, en el barrio del Odeón, en el sexto “arrondissement”.


El libro, traducido del albanés por María Roces González, se titula Las mañanas del café Rostand y acaba de ser publicado por Alianza Editorial. A su título responden directamente las casi primeras 70 páginas del volumen, que luego acogen una variada gavilla de textos, datados en fechas distintas y, a veces, coincidentes, en los que el autor de El general del ejército muerto (1962), trata, en un registro entre ensayístico y memorialístico, con su peculiar y no fácil sentido del humor y con un fuerte protagonismo personal, de cuestiones relacionadas con la literatura albanesa y con su país y la política de su país antes y después de la dictadura comunista. Hay, entre muchos, un lamento principal, casi un grito de socorro: “Albania continúa desapareciendo ante los ojos de todo el mundo”.

Kadaré habla mucho de su mujer, Helena, escribe sobre el café Rostand porque un buen día tuvo una sensación: “Era una sensación que iba del arrepentimiento al agradecimiento; parecida a la que sientes por la compañera de toda la vida, la que, pese a estar en todo momento junto a ti, no ha merecido, o crees que no ha merecido, la debida atención”.

Bueno, no deja de ser curiosa esa equiparación entre el café habitual, en el que uno pasa muchas horas y días, y la compañera de toda la vida. A muchos no se nos habría ocurrido y, caso de que se nos hubiera ocurrido, no sé si la habríamos dado por buena.

Kadaré escribe aquí con una cierta oralidad y muchos puntos suspensivos, mostrando el lento y sinuoso proceso de la construcción de sus ideas y sentimientos y de la reconstrucción de su memoria. Digamos que no pone a la vista de forma directa el resultado de sus cavilaciones, sino que va dando cuenta del itinerario de esas mismas cavilaciones. Su “yo” adquiere mucho rango, como dije, lo cual es lógico en un libro en buena medida de recuerdos. Pero Kadaré da ese salto consistente en citarse a sí mismo por su nombre, en tercera persona y bajo distintas denominaciones, con abundante preferencia por, aprovechando la primera letra de su apellido, parangonarse significativamente con (Josef) K., el protagonista de El proceso, de Franz KafkaEsto, sin duda, viene justificado y relacionado con las muchas alusiones a la censura, los interrogatorios, las prohibiciones y, en fin, el trato sufrido a manos de los funcionarios comunistas de su país, por no hablar de los desconciertos que le procura su condición de exiliado y de, a los ojos de los demás, representante de la “chifladura balcánica”.

Lo cierto es que Kadaré no habla demasiado ni con demasiado detalle del café Rostand. Al menos, con ese tono mitómano, acorde con la mencionada etiqueta de “vida bohemia”, que algunos lectores podrían esperar. Kadaré, por el contrario, parece rehuir o despreciar ese registro tan transitado, según se deduce también de alguna broma sobre Ernest Hemingway y la extensa mitología sobre su estancia en París.

Por lo demás, y sin mayor interés por su parte por especiar el texto con “negritas”, con los nombres de celebridades y el recuento de sus hazañas, Kadaré, para todos los “intelotas” y “culturetas” que le lean –que le leemos- deja cuatro viñetas a retener sobre el escritor Julien Gracq –su escritor favorito-, la editora Odile Jacob –que consiguió arrancarle un libro-, el cineasta Costa-Gavras –con quien planeó la frustrada adaptación al cine de una novela- y, el más divertido, el novelista Patrick Modiano, a quien, con la coña del Nobel de por medio, trata con cierta reticencia debido a sus numerosos encuentros casuales por la calle, que nunca se consumaron en un encuentro deliberado, mil veces prometido y siempre aplazado.





Ismaíl Kadaré / “De niño me creía Shakespeare”


El escritor Ismaíl Kadaré.
El escritor Ismaíl Kadaré.ED ALCOCK / M.Y.O.P.
ENTREVISTA

Ismaíl Kadaré: “De niño me creía Shakespeare”

El eterno candidato al Nobel publica ‘La muñeca’, relato de juventud donde se reconcilia con una madre ingenua y crédula, gracias a la que se convirtió en escritor


Alex Vicente
28 de abril de 2017

Ismaíl Kadaré (Gjirokastra, Albania, 1936) se despierta de la siesta con el verbo algo enredado. “Hoy tengo mal el francés”, advierte el eterno candidato al Nobel en su apartamento con vistas sobre los Jardines de Luxemburgo, cuya decoración no parece haber cambiado ni un ápice desde que se exilió en París a principios de los 90, huyendo de la Albania comunista. El escritor toma asiento en su sofá mientras escruta un ejemplar de su último libro, publicado por Alianza. La muñeca, dice leyendo el título en castellano, pero sin llegar a pronunciar la eñe. Le aclaramos el insondable misterio de la tilde. “Ah, no lo sabía”, se admira el escritor, mientras su esposa, la también escritora Helena Kadaré, acerca un par de cafés. La muñeca es un relato sobre su infancia, con el que el autor de El general del ejército muerto rinde homenaje a una madre exageradamente cándida, con la que el autor no siempre fue amable ni justo.

domingo, 24 de marzo de 2024

Rusia bombardea Ucrania con decenas de misiles y drones tras acusar a Kiev del atentado en Moscú

 



Rusia bombardea Ucrania con decenas de misiles y drones tras acusar a Kiev del atentado en Moscú

Un cohete ruso dirigido a la provincia de Lviv entra en el espacio aéreo de Polonia, país miembro de la OTAN


Cristian Segura

Kiev, 24 de marzo de 2024

Rusia ha desplegado su arsenal de largo alcance contra Ucrania en dos nuevos bombardeos la madrugada y la mañana de este domingo. En el primer ataque se han disparado 29 misiles y 28 drones bomba contra ocho provincias; en el segundo, cuatro horas más tarde, las provincias occidentales de Lviv e Ivano Frankivsk han vuelto a recibir la llegada de misiles del invasor. Los dos bombardeos sobre ciudades lejos del frente se producen un día después de que el líder ruso, Vladímir Putin, acusara sin pruebas a Ucrania de participar en el atentado yihadista del viernes en Moscú, asumido por el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés).

Petro y la democracia

 

Gustavo Petro


Petro y la democracia

El presidente piensa que él abandera un proceso de cambio social sin precedentes en Colombia, una idea estimulada por mitos fundacionales históricamente débiles


FELIPE REY SALAMANCA

A Petro hay que tomárselo en serio, y en esto la opinión pública comete un error cuando indica que Petro “sabe” que no podrá aprobar en el Congreso una ley de convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Por supuesto que lo sabe. Pero es que no es eso lo que está diciendo: no es lo que primero dijo en Cali y no es tampoco lo que aclaró en su entrevista en El Tiempo. Una lectura rápida del propio movimiento que lo respalda –el pastor Saade, Bolívar, algunos influencers especialmente fieles– también señalaba otro cauce. Lo que Petro está proponiendo es un proceso constituyente extraconstitucional.

José Martí y la niña de Guatemala

 

JOSÉ  MARTÍ Y LA NIÑA DE GUATEMALA 


Quiero, a la sombra de un ala, 

contar este cuento en flor: 

la niña de Guatemala, 

la que se murió de amor.


Guatemala, 3 de abril de 1877: José Martí llega por primera vez a la capital y  lo recibe su compatriota José María Izaguirre, director del Instituto de la Casa de las Niñas de Centro América, quien lo incluye como docente de Literatura. Martí participa en las veladas literarias que organiza Izaguirre en la casa del General Miguel García Granados, lugar en el que conocería a la señorita María García Granados.  Ambos jóvenes, ella de 17 y el de 24 años, se encontrarían en las aulas del Instituto de la Casa de las Niñas de Centro América, en una relación de maestro y alumna, para luego vivir su romance apasionado, desenfrenado, lleno de amor, ternura y esperanza. Sin embargo, José Martí tenía una promesa de matrimonio con la señorita Carmen Zayas Bazán, quien residía en México, promesa que terminaría cumpliendo, marchándose de Guatemala con destino a México. 

sábado, 23 de marzo de 2024

Los niños de Gaza, las bombas y el hambre


Los niños de Gaza “se han dado cuenta de que sus padres ya no pueden protegerlos de las bombas y del hambre”

James Elder, portavoz de Unicef, alerta desde la Franja del deterioro vertiginoso de la situación humanitaria, que se dirige hacia una hambruna inminente, y describe las penosas condiciones de vida de los niños, cada vez más demacrados y desamparados

Niños Gaza

Una madre palestina tiene en brazos a su hija, Israa, que es cuadripléjica y sufre una severa malnutrición, en el centro de salud de al-Awda, en la ciudad de Rafah, en el sur de la franja de Gaza, el 12 de marzo de 2024MOHAMMED SALEM (REUTERS)

Los niños de Gaza “se han dado cuenta de que sus padres ya no pueden protegerlos de las bombas y del hambre”

James Elder, portavoz de Unicef, alerta desde la Franja del deterioro vertiginoso de la situación humanitaria, que se dirige hacia una hambruna inminente, y describe las penosas condiciones de vida de los niños, cada vez más demacrados y desamparados


Beatriz Lecumberri

Madrid, 23 de marzo de 2024

Un niño sucio y despeinado, que no llega a los 10 años, recoge a puñados pasta y alubias mezcladas con tierra, polvo y restos de plástico, en un campo cercano a la ciudad de Gaza, tras el paso de uno de los aviones que lanza alimentos sobre la Franja. Hay paquetes que llegan enteros al suelo y otros que explotan al contacto con la tierra y su contenido termina esparcido. Concentrado y ajeno al barullo que le rodea, el pequeño mete rápidamente el botín en su mochila harapienta del colegio, al que no puede ir desde hace cinco meses, y corre hacia el lugar donde está refugiada su familia. Varios videos grabados por periodistas locales muestran desde hace días este tipo de imágenes, reflejo claro de la miseria y del hambre, de las tareas improbables que los niños están asumiendo y de los riesgos que corren cada día para poder comer.

viernes, 22 de marzo de 2024

Una foto / García Márquez y Mercedes Barcha

 

Mercedes Barcha y Gabriel García Márquez
Piazza Navona, Roma


Mercedes Barcha y Gabriel García Márquez

Mercedes Barcha y Gabriel García Márquez en la Piazza Navona, Roma. 6 de septiembre de 1969. Un carrel publicita el Aperol. Y otro sobre el toldo avisa que en el local tienen teléfono.

Mercedes y Gabo se marcharon en 1961 a Ciudad de México, huyendo de la CIA. Vivían en Nueva York y su enfoque periodístico no gustó en EE.UU. 

En 1965 decidió que iba a dedicarse al 100% a escribir una novela. Vendió su coche y le dio el dinero a su esposa. Calculó que tendría para 6 meses. Y se encerró a escribir. Tardó 18 meses. 

La novela era Cien años de soledad. Cuando terminó, Mercedes debía dinero al carnicero, al panadero y al dueño de la casa que alquilaban. Había empeñado hasta la tostadora. Cuando llegó a la oficina de correos no le alcanzaba el dinero para enviar el libro a la editorial de Buenos Aires.  “Ahora lo único que falta es que la novela sea mala”, le dijo a su marido.

Pero funcionó muy bien. Mercedes era su polo a tierra, la que manejaba su hacienda y su dinero y le permitía vivir sin preocupaciones, entregado a la literatura.

Esta foto se hizo dos años después de publicarse "Cien años de soledad". Nunca volvieron a pasar penurias.


FACEBOOK



Ya queda menos para el nuevo libro de Salinger



Ya queda menos para el nuevo libro de Salinger

Entre la habitación en la que J. D. Salinger escribía y su dormitorio, en la granja de Cornish (New Hampshire), había una misteriosa caja fuerte. Una de las personas que la vio fue Joyce Maynard, con quien el autor de El guardián entre el centeno mantuvo una relación cuando ella era apenas una muchacha de dieciocho años y él tenía cincuenta y tres. En 1972 Maynard había publicado un artículo sobre su generación en The New York Times, en el que hablaba, entre otras cosas, de lo que suponía estudiar en Yale y ser virgen, como era su caso, en un clima de apertura sexual como el que reinaba en aquella época. Salinger elogió su texto en una carta, a la que ella respondió, y a la que después siguieron otras, en las que acabarían por constatar que se amaban. Fascinada, Joyce plantó sus estudios para irse a vivir con él. Los detalles de aquella convivencia, que duró nueve meses y acabó mal, se recogen en At home in the World, traducido al español como Mi verdad, obra en la que Joyce cuenta que en 1972 lo escuchaba «escribir a máquina todos los días».

¡Hacedle una foto a Salinger!

J. D. Salinger. Foto: Cordon.
J. D. Salinger. Foto: Cordon.

¡Hacedle una foto a Salinger!

Pasaban los años y J. D. Salinger, asediado por el éxito de El guardián entre el centeno, no daba señales de vida; ni publicaba, ni se dejaba ver. En cambio, se sabía que escribía, y que el resultado lo metía en un cajón. Lo admitía en alguna de las pocas entrevistas que concedió a los periodistas que subieron a lo largo de los años a hablar con él a New Hampshire. «Lo único que importa es la escritura», le dijo a Betty Eppes en 1980, cuando aceptó hablar con ella después de que la periodista le dejase una nota explicándole que estaría dentro de un Pinto de color celeste aparcado al lado del puente cubierto que había al lado de su casa. 

Chris Offutt / “El 90% de los escritores norteamericanos no saben lo que es alistarte a los 17 en el ejército para tener tres comidas al día”

 

El escritor estadounidense Chris Offutt fotografiado en Milán en 2019.LEONARDO CENDAMO 


Chris Offutt: “El 90% de los escritores norteamericanos no saben lo que es alistarte a los 17 en el ejército para tener tres comidas al día” 

El escritor, que publica ‘La ley de los cerros’, carga contra la forma en que su país ignora el lugar de donde viene y contra aquello que la literatura margina: a quienes crecen en la clase de sitios en los que él creció


Laura Fernández
13 de marzo de 2024


Lleva una enorme piedra colgada del cuello. Es una piedra grisácea con un agujero. Fue así como se la encontró. “Ya tenía el agujero. Lo único que hice fue buscar un cordón y colgármela. Lleva conmigo desde entonces. Entonces yo debía tener siete años. Puede que ocho. Lo único que he hecho en este tiempo ha sido cambiarle el cordón. Así que puede decirse que llevo los cerros literalmente encima siempre”, dice. El que habla es Chris Offutt (Lexington, Kentucky, 65 años), el rey de la grit lit, o literatura del arroyo, el violento y desesperado noir rural de currantes que viven en pueblos pequeños y dolorosamente empobrecidos, descaradamente marginados, a años luz de cualquier tipo de sueño, incluido aquel que debería pertenecerles: el americano. “Crecí preguntándome por qué no había libros que hablasen de los míos, ¿dónde estábamos? ¿Existíamos? Quiero pensar que estoy escribiéndonos para cualquiera que, como yo, se busque y por fin pueda encontrarse”, dice Offutt, y devuelve la piedra a su sitio. Se abrocha la camisa.

jueves, 21 de marzo de 2024

Maduro endurece la represión y allana su camino hacia la reelección en Venezuela

 

Nicolás Maduro


Maduro endurece la represión y allana su camino hacia la reelección en Venezuela

El servicio de inteligencia venezolano detiene a dos colaboradores de la figura más fuerte de la oposición, María Corina Machado, y ordena la captura de otros siete


Juan Diego Quesada

Bogotá, 21 de marzo de 2024

No hace ni un año algunos diplomáticos salían sorprendidos de las reuniones con el núcleo duro del chavismo. Jorge Rodríguez,en nombre de Nicolás Maduro, emitía en esos encuentros a puerta cerrada señales claras de tener la intención de conducir al país hacia una transición democrática. Los presentes conocían de sobra las dobleces con las que se habían manejado en el pasado los herederos políticos de Hugo Chávez, pero ahí estaban ellos sentados en sillas de oficina, incrédulos a veces, sí, eso es innegable, pero en el fondo querían creer y esa sensación resultaba agradable. También más de un presidente extranjero que se había entrevistado en privado con Maduro había tenido la sensación de que algo extraordinario iba a ocurrir en Venezuela: el chavismo parecía dispuesto a celebrar en 2024 unas elecciones competitivas con todas las garantías si le aseguraban que su desalojo del poder sería pacífico.

Wislawa Szymborska / Alabanza de los sueños

Wislawa Szymborska
 

Wislawa Szymborska
ALABANZA DE LOS SUEÑOS

En mis sueños
pinto como Vermeer van Delft.
Hablo fluidamente griego
y no sólo con los vivos.
Conduzco un auto
que me obedece.
Tengo talento,
escribo poemas largos, grandiosos.
Escucho voces
no menos que los grandes santos.
Se sorprenderían
de mi virtuosismo en el piano.
Floto en el aire como se debe,
es decir, por mí misma.
Si caigo del techo
puedo aterrizar suavemente en el verde césped.
No me es difícil
respirar bajo el agua.
No me puedo quejar :
he logrado descubrir la Atlántida.

Me complace que justo antes de morir
siempre me las arreglo para despertar.

Inmediatamente tras el estallido de la guerra
me vuelvo a mi lado favorito.
Soy, mas no necesito ser,
hija de mi tiempo.

Hace unos pocos años
vi dos soles.
Y antes de ayer un pingüino,
con toda claridad.







Roberto Juarroz / El amor empieza

 


Roberto Juarroz

EL AMOR EMPIEZA


El amor empieza cuando se rompen los dedos

y se dan vuelta las solapas del traje,

cuando ya no hace falta pero tampoco

obra la vejez de mirarse,

cuando la torre de los recuerdos, baja o

alta, se agacha hasta la sangre. 


El amor empieza cuando Dios termina

y cuando el hombre cae,

mientras las cosas, demasiado eternas,

comienzan a gastarse,

y los signos, las bocas y los signos, 

se muerden mutuamente en cualquier parte.


El amor empieza

cuando la luz se agrieta como un

muerto disfrazado

sobre la soledad irremediable.


Porque el amor es simplemente eso:

la forma del comienzo

tercamente escondida

detrás de los finales.




Arturo Pérez-Reverte / El albornoz de Somerset Maugham

William Somerset Maugham

El albornoz de Somerset Maugham


Arturo Pérez-Reverte
21 de marzo de 2024


Creo que ya les conté en alguna ocasión que cuando era un joven lector solía imaginar a los escritores de éxito —Hemingway, Ian Fleming, Somerset Maugham y todos los demás— sentados en la terraza de una habitación de hotel de lujo en Italia, el Caribe o la Costa Azul, vestidos con un albornoz, escribiendo sus novelas con una pluma estilográfica Swan o Conway junto a la bandeja en la que acababan de servirles el desayuno mientras una mujer hermosa —o un hombre, en el caso de Maugham— dormía dentro, entre sábanas revueltas. Lo comenté hace unos días con mi hermano de letras José Carlos Llop, gatopardesco escritor mallorquín cuyos Dietarios son verdaderas obras maestras, y éste hizo un comentario que me lleva hoy a teclear estas líneas: «En realidad, camarada, lo hemos hecho».

miércoles, 20 de marzo de 2024

Samanta Schweblin / La literatura

 




Samanta Schweblin
LA LITERATURA

La literatura no necesita acercarse al cine para ser visual, porque la literatura cuenta con algo todavía mucho más concreto y poderoso que la imagen, me refiero a la cabeza del lector. Por ejemplo, si el lector lee ‘se miró los zapatos’, conecta intuitivamente con imágenes muy concretas de su presente y su pasado, probablemente elija él mismo un color, un material, un peso, un momento particular del día en el que se miran esos zapatos, toda esa elección personal la pone el lector y la contiene la literatura. Como lectora, para mí no hay nada más movilizante que un mundo construido con pedazos de mis propias vivencias. En el cine solo hay un par de zapatos, y es el que eligió el director.