miércoles, 1 de abril de 2009

Robert Walser / Siete poemas


Robert Walser
SIETE POEMAS

EL RETIRO

Tú ve allí, que allí todo
es fácil, quiero decir que estando allí
no necesitarás nada, y te sentirás bien contigo
siempre. Todo lo mejor
estará en y junto a ti, y todo alrededor
será claro, y también tú serás clara,
de tal modo que estarás eternamente
satisfecha contigo y con el mundo,
y de acuerdo con la vida.

Allí la tierra es verde y marrón
Y blanca como una alfombra, y si quisieras
Flores, bien, creo que también allí florecen,
Y que tampoco falta un cielo azul.
Trinan los pájaros en las ramas,
Y tienen mesas y sillas en todas partes
para que puedas dibujar
en una hoja de papel
todo cuanto sientes,
si es que te apetece
semejante pasatiempo. Pero más te gustará
descansar y entregarte al pensamiento
y soñar y sentirte sólo bien.

Tú ve. El lugar
se encuentra fácil. Si quisieras,
te podría acompañar;
así podremos los dos
alegrarnos de lo ameno
y hartarnos de observar lo bello,
sólo tienes que confiar en mí.
Seguro que encontrarás sólo
lo que quieres y que no pasará nada
que no pueda hacernos felices.


MIEDOS

He esperado saludos mucho tiempo,
frases suaves, al menos un sonido.

El miedo no es de voces o tañidos:
penetrar, sólo la niebla penetran.

Un secreto canto en acecho oscuro:
alíviame, pena, el arduo viaje.


COMO SIEMPRE

La lámpara aún sigue ahí
la mesa también sigue ahí
y yo sigo en la habitación
y mi Anhelo, ah,
como siempre, aún suspira.
Cobardía, ¿sigues ahí?
y Mentira, ¿también tú?
escucho un lejano sí:
la infelicidad aún está ahí
y en la habitación hoy,
como siempre, estoy.

DEJADEZ


Desde que me he abandonado al tiempo
siento vivir algo en mí, tibia, maravillosa tranquilidad.
Desde que bromeo sin parar con los días,
con las horas, se acoplan mis quejas.

Y he sido aliviado del lastre de mis culpas,
que me dañan, a través de una palabra no florecida:
tiempo es tiempo, que quiere trasnocharse,
que siempre me encuentra como obediente
ser humano, a mí, en el viejo sitio.


EN LA OFICINA

La luna desde fuera nos contempla,
y me ve a mí,
pobre criado distraído, bajo
la estrecha mirada de mi patrón,
cómo con timidez me rasco el cuello.

No, nunca conocí rayos solares
que una vida duraran,
ni los conoceré. La carencia es mi sino;
me agobia tener que rascarme el cuello
bajo la mirada de mi patrón.

Es la luna la herida de la noche,
gotas de sangre, las estrellas todas.
Como la dicha me queda muy lejos,
me he vuelto comedido;
es la luna la herida de la noche.

MÁS LEJOS

Quise quedarme quieto,
y me empujaron más,
pasé entre negros árboles,
y bajo aquellos árboles,
quise quedarme quieto,
y me empujaron más,
pasé por verdes prados,
y junto a su verdor,
quise quedarme quieto,
y me empujaron más,
pasé por casas pobres,
y en una de estas casas
quise quedarme quieto,
quedarme un rato largo
mirando su pobreza,
y cómo asciende al cielo
el humo de su lumbre.
Dije esto y me reí,
rió también el verde,
y el humo humeante,
y me empujaron más.

DESENGAÑO


Un desengaño no se olvida nunca, 
como es inolvidable la gracia de la dicha.
Recuerdo es la nostalgia,
porque es tan infinita,
que no se olvida nunca.



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