lunes, 13 de febrero de 2012

Un caso más de corrupción en Colombia / Condenados y de fiesta en Miami

 


Empresarios en la impunidad
Condenados y de fiesta en Miami

Por Norbery Quevedo H.
El Espectador, 11 de febrero de 2012

Álvaro y Jorge Lloreda tienen vigente pena de prisión de nueve años, pero no la cumplen.


Jorge Lloreda Garcés en compañía de dos invitadas al mismo evento.
Jorge Lloreda Garcés en compañía de dos invitadas al mismo evento.
              A mediados de diciembre pasado y en una pomposa ceremonia se llevó a cabo un publicitado matrimonio en Miami. Hacia las seis de la tarde, en la mansión del edificio Santa María de la Ciudad del Sol, contrajeron nupcias Carlos Jaramillo Madero y Marjorie Silebi Montero. Al evento asistieron más de cien invitados del jet set del sur de la Florida, y al son de las copas y un acreditado DJ, dos hombres de negocios condenados por la justicia en Colombia dentro del sonado escándalo de Foncolpuertos disfrutaron el evento.
             Se trata de los empresarios Álvaro José Lloreda y su hijo Jorge Alberto Lloreda Garcés, quienes fueron condenados el 28 de febrero de 2007 por el juez segundo de Descongestión de Penas de Bogotá. El operador judicial los sentenció a una pena de nueve años y medio de cárcel y una multa de $13.000 millones.
            La historia comenzó hace más de dos décadas, cuando el gobierno del presidente César Gaviria tomó la decisión de liquidar la empresa Puertos de Colombia y crear un fondo que se conoció como Foncolpuertos. A través de él, el Ejecutivo buscaba atender las reclamaciones laborales de cerca de 18 mil trabajadores portuarios.
           Está documentado que a partir de ese momento se incubó uno de los casos de corrupción más sonados en la historia del país. Cientos de pensionados, abogados y funcionarios públicos, según la justicia, se concertaron, y mediante procedimientos indebidos lograron que los jueces les reconocieran millonarias pensiones o indemnizaciones que quedaron protocolizadas a través de sentencias y actas de conciliación. Según registros oficiales, el fraude al Estado llegó a cuantificarse en tres billones de pesos.
            Con cifras astronómicas y la necesidad de los trabajadores de tener dinero contante y sonante, porque se les reconocía la deuda a través de títulos valores, aparecieron entidades financieras. La Fiduciaria del Pacífico, por ejemplo, pescó en río revuelto y le compró sus deudas a muchos extrabajadores de Foncolpuertos a un precio inferior.
           Como se trataba de papeles oficiales, todos coincidían en que su pago estaba garantizado. Por eso, la fiduciaria presidida por Jorge Alberto Lloreda, al igual que la Corporación Financiera del Pacífico (Corfipacífico), de propiedad de Álvaro José Lloreda, los adquirieron y luego vendieron al Fondo de Inversión de Cali, Bancali, adscrito a la Alcaldía de la capital del Valle.
          El 28 de diciembre de 1998 Bancali le pagó $13.000 millones por los títulos a Corfipacífico, en momentos en que la Superintendencia Financiera la tenía en la mira por una crisis de iliquidez. Pero en 1999 las autoridades detectaron que muchos de los pagos pensionales eran fraudulentos y empezaron a suspender los giros. Bancali entró en liquidación y a Álvaro Lloreda y su hijo Jorge se les procesó y condenó por vender los títulos a una entidad pública a sabiendas del riesgo que existía de no poderlas cobrar.
          En concreto, la jueza del caso argumentó en su sentencia que una semana antes de la operación, Foncolpuertos definió no pagar; que Fidupacífico debía saber que algunas conciliaciones eran falsas, y que había urgencia para que la entidad se capitalizara. Según el fallo, sabían que los mandamientos de pago estaban en líos y pese a ello se los vendieron a Bancali.
         Sin embargo, mientras se tomaban las decisiones judiciales, el 14 de febrero de 2008 la Fiscalía ordenó la captura de los empresarios. Pero para las autoridades fue tarde porque los Lloreda ya habían decidido hacer vida en Estados Unidos.
         Al respecto su abogado, Yesid Reyes, señaló que el argumento principal que su cliente, Álvaro José Lloreda, le expuso en su momento para tomar la decisión de trasladarse al extranjero fue que había mucha presión mediática y falta de garantías en el proceso. “Yo siempre les insisto a mis clientes en la necesidad de presentarse a responder ante la justicia, pero esa fue su decisión personal”, destacó el penalista.
         Han pasado cuatro años desde que la Fiscalía ordenó la captura de los Lloreda y por ninguna parte aparece una solicitud de extradición para que respondan por su condena, ratificada por todas las instancias judiciales pertinentes. En contra suya la Interpol no ha expedido circular roja alguna que facilite su detención en cualquier país y los $13 mil millones están prácticamente perdidos.
No obstante, el panorama para padre e hijo es mucho más halagador que cumplir una pena en una fría cárcel colombiana. El Espectador conoció que viven en Miami en el apartamento 23-H del edificio Casa del Mar, en Key Biscayne (Florida). Entre tanto, en los altos círculos de Cali se comenta que están construyendo una mansión en un exclusivo sector de la capital vallecaucana conocido como la parcelación La Finca, en Pance.
         Socialmente, Álvaro José y Jorge Alberto Lloreda también tienen un panorama alentador en Miami. Son invitados frecuentes en reuniones sociales en la capital de la Florida. En eventos como el de mediados de diciembre, en el que fueron los participantes de honor en una romántica, alegre y rumbera celebración matrimonial.

El otro protagonista del caso Lloreda
        
         Dentro del caso Fidupacífico y Corfipacífico y los negocios de títulos de Foncolpuertos vendidos a Bancali, además de Álvaro José y Jorge Alberto Lloreda, fue cuestionado por las autoridades judiciales David Toledo Esquenazi, un administrador de empresas que se desempeñó desde el primero de enero de 1998 como gerente general del referido fondo. El 16 de julio de 2004 el ente investigador profirió resolución de acusación contra Toledo como autor responsable del delito de peculado por apropiación en favor de terceros en concurso con falsedad ideológica en documento público agravado. El 24 de mayo de 2010 la Corte Suprema de Justicia ordenó la captura del exdirectivo y lo condenó a pagar cerca de $14 mil millones. “Toledo no solamente sabía de estas irregularidades dada su experiencia financiera, sino que a pesar de ello orientó su gestión a llevar a cabo las operaciones fraudulentas”, expresó la Corte.

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