jueves, 26 de junio de 2014

Ana María Matute / La escritora que allanó el camino a las mujeres

Ana María Matute

La escritora que allanó 

el camino a las mujeres

Autoras españolas sienten que se ha ido su maestra y coinciden en señalar la importantísima aportación de Ana María Matute a la narrativa contemporánea.

SAIOA CAMARZANA / ALBERTO GORDO | 25/06/2014 


Ana María Matute

Pocas personas se van dejando tanto desamparo. Se ha muerto Ana María Matute y da la sensación de que será llorada por mucho tiempo. Si algo repite hoy todo el mundo, y particularmente sus discípulas, que son todas las escritoras españolas del último medio siglo español, es la importancia de su legado. "Se ha ido una escritora importantísima", declaró al enterarse de la noticia Clara Janés, una valoración que es hoy casi inevitable. Laura Freixas, en ese sentido, quiso elevarla al mismo panteón de escritoras ilustres que a Rosa Chacel, Carmen Martín Gaite y Esther Tusquets, pues, según ella, aportó, junto a sus compañeras de generación, "un nuevo modo de hacer literatura femenina, con personajes novedosos, casi ausentes en la literatura tradicional, como la niña y la adolescente". 




Casi todas las escritoras consultadas advierten sobre el error común que supone valorar la obra de la autora de Los hijos muertos como una literatura para niños y adolescentes. "En absoluto lo es -dice Laura Freixas. Se trata de una obra tremenda, con una gran fuerza y energía casi brutales". Clara Janés destaca a la autora de Olvidado Rey Gurú como la responsable de haber abierto un camino necesario en la literatura femenina. "Me marcaron profundamente sus primeras obras, sobre todo aquella literatura de testimonio, tan compleja, y que sigue siendo, a día de hoy, de lo mejor que se ha hecho en España". 



Si ha de elegir un puñado de obras, la poeta y traductora catalana, hija del histórico editor Josep Janés, se queda con La trampaPrimera memoria Los soldados lloran de noche, "tres novelas magníficas que dan la medida de su talento". Janés tuvo una estrecha relación con la fallecida, sobre todo a través de su padre, que mantuvo siempre los vínculos con toda aquella generación: "Era una persona estupenda". Muy emocionada, la escritora Juana Salabert, íntima amiga de Matute desde su adolescencia, reconoció "no solo a una inmensa autora, sino a la persona más generosa y atenta de la literatura española del último siglo". "Era alguien de una fuerza extraordinaria, de una delicadeza y una imaginación fascinantes".


Jenn Díaz, declarada admiradora de la escritora, no tardó en mostrar su pésame en las redes sociales, en donde escribió, a lo pocos minutos de la muerte: "Te voy a echar mucho de menos". De hecho, la autora de Es un decir aseguró, poco después, a El Cultural que sentía, de algún modo, una pérdida más personal que literaria, a pesar de no haber coincidido nunca con quien fue su guía, el estímulo definitivo que la empujó a escribir. "Me hubiera gustado agradecerle lo que hizo por mí", dijo. "No soy capaz de analizar su obra; al menos, no ahora. Quiero decir que si pienso en la Matute, lo primero que viene a la cabeza, al menos hoy, es ella". La obra preferida de la joven escritora catalana es Algunos muchachos, algunos de cuyos cuentos sigue releyendo a menudo ("Sin ir más lejos, la semana pasada").

Para Lucía Etxebarria, junto a la aportación literaria de Matute, que es mucha, habría que destacar su extraordinaria calidad humana: "Es la única persona de este mundo a la que nunca he oído hablar mal de nadie. No trepó, no hizo alianzas ni estrategias. Tenía un mundo interior riquísimo, una especie de mundo privado en su casa con su hijo y un hada muy particular, muy dulce". La autora de Un milagro en equilibrio recordó "su elegancia, su dignidad y su bondad insuperable", virtudes que Ana María Matute mostraba cuando Etxebarria iba a Barcelona a visitarla y, "se encontrara bien o mal, siempre abría la puerta, aunque solo fueran cinco minutos". 

Cristina Sánchez-Andrade quiso recordar, por último, a la escritora con un fragmento del cuento Los niños tontos, una pieza en la que, a su modo de ver, "está todo el universo de Ana María Matute": un universo "cruel, incisivo, perturbador y luminoso": "Un día la madre se abrigó y siguió al niño, bajo la lluvia, escondiéndose entre los árboles. Cuando el niño llegó al borde del estanque, se agachó, buscó grillitos, gusanos, crías de rana y lombrices. Iba metiéndolos en una caja. Luego, se sentó en el suelo, y uno a uno los sacaba. Con sus uñitas sucias, casi negras, hacía un leve ruidito, ¡crac!, y les segaba la cabeza." 


MESTER DE BREVERÍA



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