sábado, 16 de julio de 2016

Dorothy Parker / Una llamada telefónica


Dorothy Parker
Biografía
UNA LLAMADA TELEFÓNICA
Traducción de J.A. Ascencio
Por favor, Dios, que me llame ahora. Diosito querido, que ya me hable. No volveré a pedirte nada, de veras que no. No es mucho pedir. Para ti sería tan poquito, Dios, una cosita, una pequeñez. Únicamente que me llame ahora. Por favor, Dios, por favor, por favor.
Si no estuviera pensando en eso, a lo mejor sonaría el teléfono. A veces sucede. Si pudiera pensar en otra cosa; si pudiera pensar en algo diferente; tal vez si contara hasta quinientos de cinco en cinco, en ese momento timbraría. Contaré despacito. No haré trampa. Y si suena cuando llegue a trescientos, no voy a detenerme, no contestaré hasta llegar a quinientos. Cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, treinta, treinta y cinco, cuarenta, cuarenta y cinco, cincuenta… ay, por favor suena. ¡Por favor!
Esta es la última vez que veo el reloj, no voy a volver a verlo. Ya pasan diez de las siete. Él dijo que llamaría a las cinco en punto. “Te llamaré a las cinco, preciosa”. Creo que fue entonces cuando dijo “preciosa”. Casi estoy segura de que fue entonces. Recuerdo muy bien que me dijo “preciosa” dos veces, la otra fue cuando se despidió: “Adiós, preciosa”. Él está atareado, y en la oficina no puede decir gran cosa, pero dos veces me llamó “preciosa”. A él no le habrá importado que yo le llamara. Ya sé que una no debe estarles llamando. Sé que no les gusta. Cuando uno lo hace, se dan cuenta de que estás pensando en ellos y deseándolos, y eso los hace odiarte. Pero yo no había hablado con él en tres días, en tres días nada. Y lo único que hice fue preguntarle cómo estaba; ni más ni menos que del modo como cualquiera se habría dirigido a él. No podría haberse molestado. Tampoco puede haber pensado que lo estaba molestando. “No, por supuesto que no me molesta”, dijo él. Y añadió que me hablaría por teléfono. No estaba obligado. Yo no se lo pedí. Segura estoy de que no. No creo que dijera que me llamaría para luego hacer lo contrario. Por favor, Dios, no le permitas que haga eso. Por favor no.
“Te llamaré a las cinco, preciosa”. “Adiós, preciosa”. Estaba ocupado, tenía prisa, y había personas a su alrededor, pero dos veces me dijo “preciosa”. Eso es mío es algo mío. Es algo que tengo, aunque jamás lo vuelva a ver. Ay, pero es muy poquito. No es suficiente. Nada es bastante si no vuelvo a verlo. Por favor, Dios, concédeme verlo otra vez. Por favor, lo necesito tanto. Lo quiero mucho. Lo quiero mucho. Prometo portarme bien, Dios. Voy a ser mejor, te lo prometo si me permites verlo de nuevo. Si lo dejas que me llame. Oh, haz que me llame ahora mismo.
Ah, no veas la pequeñez de mi súplica. Tú estás sentado allá arriba, tan blanco, tan anciano, con todos los ángeles cerca y las estrellas que pasan deslizándose. Y yo me acerco a ti con una plegaria sobre una llamada telefónica. Ay, no te rías, Dios. Fíjate, tú no sabes lo que se siente. Tú estás tan seguro allí en tu trono, con lo azul girando debajo de ti. Nadie puede tocarte. Nadie puede retorcerte el corazón entre sus manos. A eso se le llama sufrir, Dios, esto es malo, sufrimiento malo, malo. ¿No me quieres ayudar? Por vida de tu hijo, ayúdame. Tú dijiste que harías cualquier cosa que te fuera pedida en su nombre. Oh, Dios en el nombre de tu único bien amado hijo, Jesucristo, nuestro señor, haz que llame ahora.
Debo acabar con esto. No seguir así. Fíjate. Imagínate que un joven le dice a una chica que la llamará, y luego algo pasa y no la llama. Eso  no es tan terrible, ¿o sí? Vamos, es algo que está sucediendo en este momento en todo el mundo. Oh, ¿qué me importa lo que sucede en el mundo? ¿Por qué no timbra ese teléfono? ¿Por qué no, por qué no? ¿No podrías timbrar? Por favor, ¿podrías? Maldita, espantosa cosa brillante. Te dolería si suenas, ¿no? Oh, sí te dolería. Maldito seas, voy a arrancar tus cochinas raíces de la pared, destrozaré tu cara negra en pedacitos. Vete al infierno.
No, no, no. Debo terminar. Tengo que pensar en otra cosa. Esto es lo que haré: voy a poner el reloj en el otro cuarto. Que no pueda verlo. Si quiero verlo tendré que caminar hasta la recámara, y así tendré algo que hacer. A lo mejor antes de ver otra vez el reloj él me llamará. Seré de lo más mona con él, si me llama. Si me dice que no puede verme esta noche, le diré: “Ah, está muy bien, querido. Uy, por supuesto está muy bien”. Me portaré como el día en que lo conocí. Quizá así volveré a gustarle. Yo siempre era amable al principio. Oh, es tan fácil ser amable con la gente antes de amarla.
Yo creo que todavía debo gustarle un poco. Hoy no me habría dicho “preciosa” dos veces si no le gustara un poco. No todo está perdido si todavía le gusto un poco, aunque sea poquito. Escúchame, Dios, si tan sólo haces que llame, y a no tendría que pedirte nada más. Yo sería amable con él, sería alegre, sería como antes acostumbraba a ser, y así, él me amaría de nuevo. Y entonces yo ya no tendría que pedirte nada. ¿No te das cuenta, Dios? ¿Así que vas a hacer que llame? ¿Por favor, vas a hacerlo, por favor, por favor?
¿Me estás castigando, Dios, porque me he portado mal? ¿Estás disgustado conmigo porque lo hice? Ay, pero, Dios, hay tanta gente mala que no podrías ser duro solamente conmigo. Además, eso no fue tan malo; no pudo haber sido malo. No hicimos daño a nadie. Dios. Las cosas sólo son malas cuando lastiman a la gente. Nosotros no lastimamos ni un alma; tú lo sabes. Tú sabes que no fue malo, ¿o no lo sabes, Dios? Por fin, ¿vas a hacer que me llame ahora?
Si él no me llama, eso quiere decir que Dios está enojado conmigo. Voy a contar dos veces hasta quinientos, de cinco en cinco, y si para entonces él no me ha llamado sabré que Dios no me va a ayudar, nunca jamás. Eso será la señal. Cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, treinta, treinta y cinco, cuarenta, cuarenta y cinco, cincuenta, cincuenta y cinco… Fue malo. Yo sé que fue algo malo. Muy bien, dios, arrójame al infierno. ¿Tú crees que me asustas con tu infierno, verdad? Tú piensas que tu infierno es peor que el mío.
No debo. No debo hacer esto. Supongamos que se retrasó en llamarme. Eso no es algo como para ponerse histérica. Pero quizá él no va a llamar, sino que llegará aquí directo sin telefonearme. Y se va a enfadar si se da cuenta de que estuve llorando. A ellos no les gusta que una llore. Él no llora. Por Dios que quisiera hacerlo llorar. Quisiera poderlo hacer llorar y patear el piso y sentir su corazón pesado y grande y amargado. Quisiera herirlo en lo más profundo.
Él no me desea esto. Creo que ni siquiera se da cuenta de cómo me hace sufrir. Me gustaría que lo supiera, pero sin que yo se lo diga. A ellos no les gusta que les digas que te hicieron llorar. Detestan que les digas que estás triste por ellos. Si lo haces, piensan que eres posesiva y exigente. Y entonces te aborrecen. Cada que dices lo que realmente piensas, te aborrecen. Siempre tienes que andar bromeando. Ay, pensé que no tendríamos por qué hacerlo, y pensé que esto era tan grande que yo podría decir lo que realmente deseaba. Supongo que no es posible. Debo suponer que jamás hay algo suficientemente grande para eso. Oh, si tan sólo me llamara, yo no le diría que estuve triste por causa suya. Ellos odian a la gente triste. Yo estaría alegre y tierna, y él no podría hacer otra cosa que prendarse de mí. Si tan sólo telefoneara. Si tan sólo telefoneara.
Quizás eso es lo que está haciendo. Quizá viene para acá sin llamarme. Tal vez ahora está en camino. Algo le pudo haber sucedido. No, a él jamás le pasará nada. No me puedo imaginar que algo le pase. Jamás lo pienso atropellado. Nunca lo imagino tendido, largo, inmóvil y muerto. Ojalá estuviera muerto. Es un pensamiento horrible. Es in pensamiento horrible. Es un bellísimo pensamiento. Si él estuviera muerto, sería mío. Si estuviera muerto yo jamás pensaría en hoy ni en las últimas semanas. Yo recordaría nada más los momentos felices. Todo sería maravilloso. Quisiera que estuviera muerto. Me gustaría que estuviera muerto, muerto, muerto.
Esto es estúpido. Es estúpido andar deseando que la gente esté muerta sólo porque no te llama exactamente en el momento prometido. A lo mejor el reloj se adelantó; yo no sé si marcha bien. Quizás él se retrasó demasiado. Cualquier detallito pudo haberlo retrasado. Tal vez tuvo que quedarse en la oficina. A lo mejor fue a su casa para llamarme desde allá y alguien llegó. A él no le gusta telefonearme delante de la gente. Puede ser que esté preocupado un poco, un poquito, por tenerme esperando. Quizás hasta tiene la esperanza de que yo lo llame. Yo podría hacerlo. Podría telefonearle.
No debo. No debo. No debo. Oh, Dios, por favor no me dejes telefonearle. Por favor, impídeme que lo haga. Yo sé, Dios, tan bien como tú lo sabes, que si él estuviera al pendiente de mí, y me habría llamado, sin importarle dónde esté ni cuánta gente tenga a su alrededor. Por favor haz que yo lo sepa, Dios. No te pido que me lo hagas fácil.
Solamente déjame saberlo, Dios. No dejes que me lance a la esperanza. No permitas que me consuele a mí misma. Por favor, Dios, no permitas que me ilusione, Dios querido. No, por favor.
No lo voy a llamar. No volveré a telefonear otra vez en mi vida. Se va a podrir en el infierno antes que yo lo llame. No tienes que darme resistencia, Dios; yo la tengo por mí misma. Si él me quisiera, podría tenerme. Él sabe dónde encontrarme. Él sabe que estoy aquí esperándolo. Él está seguro de mí, segurísimo. Me pregunto por qué te odian tan pronto están seguros de ti. Yo debería pensar que es muy agradable estar seguro de algo.
Y sería tan fácil telefonearle. Entonces yo sabría. Quizá no sería tonto hacerlo. Tal vez no le importaría. Pudiera ser que hasta le gustara. A lo mejor trató de comunicarse. A veces la gente trata y trata con la línea y les dicen que el número no contesta. Y no l0 estoy diciendo por ayudarme, es algo que en verdad sucede. Tú sabes, Dios, que eso sucede en la realidad. Oh, Dios, mantenme apartada de este teléfono. Mantenme lejos. Permíteme tener todavía un poquito de orgullo. Creo que lo voy a necesitar, Dios. Creo que sería lo único que voy a tener.
Bah, ¿para qué sirve el orgullo si no soporto estar sin hablar con él? Un orgullo como ése es una cosa tonta, gastada, pequeña. El verdadero orgullo, el gran orgullo, está en no tener orgullo. Y no estoy diciendo eso sólo porque le quiero telefonear. No. Es verdad, sé que es verdad. Voy a ser grande. Estaré a salvo de orgullitos.
Por favor, Dios, no me dejes telefonearle. Por favor, Dios.
Yo no veo qué tiene que ver el orgullo con esto. Esto es tan poca cosa para que yo le saque orgullo, para que yo haga tanta alharaca. Quizá no le entendí bien. Tal vez me pidió que yo le llamara a las cinco. “Llámame a las cinco, preciosa”. Él pudo perfectamente haber dicho eso. Es muy posible que yo no le entendí bien. “Llámame a las cinco, preciosa”. Casi estoy segura de que eso fue lo que me dijo. Dios, no me permitas que me hable de ese modo a mí misma. Hazme entender, por favor, hazme entender.
Voy a pensar en otra cosa. Voy a sentarme en silencio. Si pudiera sentarme tranquila. Quizá podría leer. Ah, todos los libros hablan de personas que se aman tierna y verdaderamente. ¿Para qué quieren escribir sobre eso? ¿Acaso ignoran que es mentira? ¿No saben que es mentira, una maldita mentira? ¿Qué es lo que tienen que decir acerca de eso, pues, si saben cómo duele? Malditos sean, malditos sean, malditos sean.
No quiero. Estaré tranquila. Esto no es nada como para alterarme. Fíjate. Supón que él es alguien al que no conocí muy bien. Supón que él fuese otra chica. Entonces yo simplemente le telefonearía y diría: “Bueno, válgame Dios, ¿qué es de tu vida? Eso haría yo, y sin siquiera pensarlo. ¿Por qué no puedo ser natural y casual solamente porque lo amo? Puedo ser. Honestamente, puedo ser así. Lo llamaré y seré muy agradable y sencilla. Tú mismo ve si no lo deseo, Dios. Ah, no me dejes llamarlo. No me dejes, no me dejes, no.
Dios, ¿de verdad no vas a dejarlo que me hable? ¿Estás seguro, Dios? ¿Podrías apiadarte por favor? ¿Puedes? Ni siquiera te ruego que lo hagas llamarme en este instante, Dios; sólo haz que llame dentro de un ratito. Voy a contar hasta quinientos de cinco en cinco. Lo haré despacito y con imparcialidad. Si para entonces no me ha telefoneado yo le llamaré. Lo haré. Por favor, Dios, mi padre adorado que estás en los cielos, haz que me llame antes del quinientos. Por favor, Dios, por favor.

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