jueves, 3 de agosto de 2017

La rebeldía y el enorme legado de Juan Benet


Los discípulos de Juan Benet celebran la rebeldía y el enorme legado literario del escritor

500 personas se reúnen en Madrid para rendir homenaje al autor de 'Volverás a Región'


ROSA MORA
Madrid
24 FEB 1993

"Estamos viviendo un mal sueño" dijo ayer Javier Marías. El pasado 23 de noviembre, escritores, editores y políticos se reunían en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para rendir homenaje a Juan Garcia Hortelano, fallecido el 3 de abril de 1992. Justo tres meses después, ayer, escritores, editores y políticos volvieron a reunirse para homenajear a Juan Benet, fallecido el 5 de enero de 1993. Nadie pudo ocultar la emoción, pero la tristeza dio paso a la celebración. Los discipulos de Benet tomaron la palabra para recrear su controvertida personalidad: rebelde, inconformista, generoso, buraño, comediante. Destacaron, sobre todo, su enorme legado literario. "Juan Benet renovó el lenguaje literario español" dijo Eduardo Mendoza.

"Cualquier persona, por la calle, pensará con imágenes que le ha regalado Juan Benet". Fue el homenaje definitivo de Mendoza a su maestro Juan Benet. "No ha habido escritor que haya influido más decisivamente en otros autores que Juan Benet. Incluso quienes no lo han leído ni piensan leerle están influidos por él. Yo pensé no estarlo, hasta que muy tarde me di cuenta no sólo de que había recibido su influencia sino que se había convertido en un modelo. Juan Benet renovó el lenguaje literario español"." Gracias a la operación que hizo Juan Benet con el español se pudo iniciar una nueva etapa en la traducción de autores extranjeros, como Bernhard o Handke, que no se habrían podido traducir al español si no hubiera existido la obra de Juan Benet, porque el español no tenía las herramientas para poder incorporar no unas palabras ni unos términos, sino una forma de pensamiento y unos ritmos de pensamiento, que es lo que da a la literatura un sentido más amplio", añadió.
"Juan Benet se dedicó a contar todo aquello importante que en España no había ocurrido o de lo que nadie había dejado constancia", prosiguió Mendoza. "Él escribía a ciegas, y de ahí su estilo casi algorítmico, de ir abriendo puertas y volviéndolas a cerrar porque detrás no hay nada. Y en ese camino descendente, de curvas y de puertas abiertas, cerradas, pasillos que se truncan y de los que hay que volver, o sea, de este algoritmo, salieron estas historias que son un testimonio inevitable de la España contemporánea, que son la historia de nuestra oscuridad y nuestra noche. Este es el recuerdo que yo quería dedicar aquí a Juan Benet, el agradecimiento por el regalo que él nos hizo dándonos un nuevo lenguaje", concluyó Mendoza.
Sin premios ni honores
Juan Benet (Madrid, 1927) murió el pasado 5 de enero a consecuencia de un tumor cerebral, detectado apenas tres meses antes. Benet se fue sin premios ni honores, pero con el reconocimiento unánime del mundo de las letras hacia su obra. De esta obra y de la tremenda personalidad del escritor se habló ayer en un homenaje organizado por el Círculo de Bellas Artes y por Alfaguara, editorial que ha publicado numerosas obras de Benet y que ahora reedita Saúl ante Samuel y En el Estado. Moderó el acto el director del Círculo de Bellas Artes, Enrique . Baquedano. Entre las adhesiones recibidas figuraba la del ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, que no pudo asitir.
Antonio Martínez Sarrión, Javier Marías, Fernando Savater, Vicente Molina Foix y Juan Cruz, además de Mendoza, recrearon apasionadamente la figura del escritor. La acercaron y la hicieron entrañable. Consiguieron que las alrededor de 500 personas que llenaban la Sala de Columnas del Círculo sintieran muy próximo y vivo al escritor.
Martínez Sarrión hizo un perfil literario de Benet en el que destacó la poesía y los resgistros sensoriales en la obra del escritor. "Artística y vitalmente tuvo siempre un horizonte de independencia con coloración libertaria. Fue un enemigo acérrimo de lo convencional".
Juan Cruz lo definió como un "ejemplo de timidez, elegancia y sabiduría" y explicó algunos rasgos de su personalidad a través de anécdotas: el llanto sin freno de Benet después de la muerte de Carlos Barral o su faceta de "justiciero bondadoso, cuando, hace 20 años, recriminó a un camarero por obligar a un pordiosero a abandonar un bar. 'Usted es un grosero y yo a usted no le abono', dijo Benet y se fue".
Savater hablé del Benet articulista y pidió que se reúnan en un libro sus artículos publicados en EL PAíS. "Son magistrales, y muestran al verdadero inconformista. Rompen el coro y la propia imagen. Para el lector razonable y de buen gusto contribuyen a romper los estereotipos. Jamás introdujo el jarabe de la bondad o la idea pringosa de las buenas intenciones". "Esa tendencia a no despertar la compasión lacrimosa es la que le valía la animadversión de columnistas, de telepredicadores, de este tipo de gente que tiene con el talento la misma relación que los perros con las farolas, es decir, que cuando lo ven a lo lejos se arriman, levantan la pata y mean. Esta relación funcionaba mucho con la figura de Benet, que ya con la estatura tenía algo de farola, de modo que suscitaba este arrimo babeante a su figura", añadió. Savater destacó el humor de Benet ante esos ataques, también presente en casi todos sus textos. "Humor que Benet llegó a teorizar", dijo.
"Mucha animadversión"
Javier Marías, que cerró el acto, habló también de la "mucha animadversión" que despertaba Juan Benet en algunos medios y salió en defensa del "buen nombre de una persona ya muerta". "Era gracioso y encantador", dijo, "pero no con aquellos con los que no debía ser simpático".
Marías, quizá el más emocionado de los discípulos presentes, definió a Benet como un hombre "alegre y al mismo tiempo ensombrecido, que abominaba de cualquier sentimentalismo y con una gran ironía hacia sí mismo. Es con quien más me he reído". Y recordó una de las últimas cenas con el escritor, cuando ya empezaba a notar los primeros síntomas de su enfermedad, y se sentía especialmente sensible a finales de septiembre pasado. "Se pasó el tiempo diciendo que estaba afeminado. Se negó a probar el vino, porque 'estaba muy afeminado' y desconcertó al camarero pidiendo: 'Un postre suficientemente afeminado para mi condición actual'. Tenía una comicidad repetitiva".
Quedan, por fortuna, los libros de Benet, su gran legado, pero ya no el privilegio de estar a su lado, de ser su amigo. "Como escritor era emocionante, pero como persona era aún más emocionante", finalizó Javier Marías.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de febrero de 1993



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